La lógica del don y el compartir

Jn 6,1-15 Repartió el pan a los que quisieron

Dios lleva el hilo de la historia de la salvación humana. Cristo resucitado continúa ayudándonos a captar las grandes necesidades de la gente y darles respuesta. Su pregunta «¿dónde compraremos comida para que puedan comer todos?» nos ayuda a constatar nuestra impotencia, pero no para quedar paralizados, sino para aportar lo poco o mucho que tenemos. El alimento no sale de la nada como por arte de magia: es la multiplicación de una pequeña porción generosamente compartida. Jesús siempre cuenta con esta aportación nuestra.

Nosotros somos acostumbrados de medir el éxito de las empresas con números y cifras, incluso en los eventos y procesos de pastoral. Por supuesto que hay buscar ser eficaces y tener parámetros, pero no han de ser ellos los que dirijan la dinámica de la fe, esperanza y caridad cristianas.

No son las multitudes ni la popularidad lo que indica el éxito de una iniciativa, sino lo que consigue transformar el corazón humano. ¿Qué ha cambiado el evangelio de Cristo a nuestro alrededor? ¿Me hace tolerante y abierto de corazón?

Señor: ayúdame a ser sensible a las necesidades de la gente que me rodea y ofrecerme a ti para darles respuesta.