Jesús nos muestra al Padre tal como es y no tal como quisiéramos que fuera. Por eso tantas veces nos pide conversión. Tanto los interlocutores de Jesús como nosotros a menudo solo queremos que nos digan lo que queremos oír, y si no es así decimos que el otro no habla claro. A veces leemos el Evangelio para encontrar une confirmación de nuestros deseos. Necesitamos sintonía con nuestro buen pastor, aprender a reconocer su voz, como él reconoce nuestra. Este crea unos lazos profundos que nada, ni la muerte, podrá romper.
Señor, ¡haz que reconozca tu voz entre tantas voces seductoras pero interesadas!