Jn 15,9-17 "No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido..."
Creer en Jesús no nos convierte en siervos sino en amigos, en sus compañeros y compañeras de vida. La palabra compañero procede de cum-panis, que significa compartir el mismo pan, los mismos sueños, el mismo proyecto. Esto solo es posible desde la experiencia de sentirnos amados y amadas incondicionalmente por él, hasta el extremo de la entrega de su propia vida. El amor que Jesús nos ofrece y nos invita a reproducir en nuestra propia existencia no es cuestión de merecimientos, sino de pura sobreabundancia y gratuidad suya. El cristianismo es la religión del amor, no de la norma ni de la costumbre. Dios permanece en el amor y el amor es concreto, se hace proximidad, relación, acogida, solidaridad, reconciliación, etc. ¿Cómo traducir hoy en nuestros ambientes el mandamiento del Amor por encima de los mandamientos del sistema: «sálvese quien pueda», o «fuera del mercado no hay salvación»?