Mc 16,15-20 "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la ceración"
Jesús no se queda en el pasado. Su presencia no se reduce al recuerdo de su vida o de su enseñanza. El encuentro con el Resucitado, aunque es una experiencia que acontece en el marco de la comunidad, nos lleva mucho más allá de ella. La Iglesia nace para servir al mundo, no a sí misma. La Buena Nueva del Evangelio y la salvación de Cristo afecta a toda la creación. Los seres humanos formamos parte de ella y necesitamos recuperar la conciencia de esa interdependencia. En esa misión no estamos solos sino que el espíritu del Resucitado nos compaña y nos «empodera», ensanchando nuestras capacidades y dones. Según su promesa, está con nosotros cada día hasta el fin del mundo.
La presencia de Cristo resucitado en toda la creación nos compromete con el cuidado de la casa común. Señor resucitado: ¡Te necesitamos!