Jesús está haciendo el discurso de despedida y quiere ayudar a sus discípulos a superar la perturbación y la desazón que les produce el anuncio de su muerte inminente. Quiere inspirar paz y serenidad en sus corazones. Quiere que confíen en él y en su Padre, a pesar de todo. Su partida, cruel y doloroso, no es sin embargo absurda ni inútil: es el camino para ir a la casa del Padre y prepararlos estancia. Llegar al Padre es el mayor deseo que deberíamos tener, y en Jesús tenemos el camino verdadero y viviente que nos lleva a Él.
Gracias, Señor, por prepararnos estancia en casa del Padre para que podamos estar siempre allí donde tú estás.