Jn 15,1-8 "Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante"
La metáfora de la vid y los sarmientos es sugerente y sirve para explicar la unión de Jesús con la humanidad. Solo permaneciendo unidos a su Palabra, sus valores y su estilo de vida e identificados con su proyecto amoroso, nuestra existencia alcanzará sentido y dará frutos abundantes de justicia, comunión, solidaridad y alegría. Permanecer en él es garantía de fecundidad y plenitud. Pero eso solo es posible si aceptamos también abrirnos a la poda que constituyen las relaciones, los conflictos, las dificultades cotidianas con las que nos encontramos cada día. Igual que el sarmiento, tras ser podado, rebrota con más fuerza y verdor, también nuestra madurez creyente nos la jugamos en cómo afrontamos en nuestra vida, como oportunidad y con esperanza, las crisis, los límites, el sufrimiento, las frustraciones, con las que nos vamos encontrando en el espesor de lo cotidiano. Solo engarzadas y engarzados a su misericordia amorosa, como los sarmientos a la vid, podremos hacerlo.
Permaneciendo unidos a tu Palabra, Señor, nuestra vida dará mucho fruto.