Jn 15,26-16,4 "También vosotros daréis testimonio."
El Espíritu es la fuerza de Dios en el ser humano. Él nos capacita y nos ayuda a ir más allá de nuestras inseguridades y miedos. El Espíritu de Jesús es el Espíritu de la verdad y la justicia que sostiene a los hombres y las mujeres que se dejan guiar por él frente a la corrupción, el «sálvese quien pueda» o la globalización de la indiferencia. La fe adquiere una dimensión conflictiva que hemos de asumir y encarar no desde el voluntarismo, sino desde la confianza en que Dios no nos abandona nunca y nos asegura su confianza y compañía incondicional a través del Paráclito. Es su fuerza la que hace posible el testimonio cristiano ante situaciones de contrariedad, la que nos hace mantenernos con alegría y esperanza en situaciones límite. ¿Qué experiencias tenemos de ello?